Siempre mira hacia atrás... quiere visualizar a su referencia, nunca se aleja demasiado en terreno conocido y ante lo nuevo es muy cauto, y este sendero de la cueva de la Lobera era una experiencia novedosa para él; Luca ya era experta... ella se conocía el camino en todas las estaciones e iba abriendo, en cabeza, nuestra pequeña expedición. Qué tierno, Coco, quiere asegurarse que no me pierdo y que los sigo.
Su historia, la de Coco, es cómo la de miles de perros abandonados... Lo quisieron hasta que se cansaron, lo maltrataron y lo echaron a la calle... tan sólo que él fue rescatado de debajo de un coche (su provisional casa) y de un futuro incierto. Y el día en que su heroína, su benefactora le puso un collar y lo ató con un cordel... ese día estableció un vínculo, y se sintió "a salvo"... Un hogar para Coco, eso era mucho más de lo que hubiese podido soñar.
Este lugar le gusta, tímidamente se va moviendo y haciendo paradas en pequeñas piedras que le sirven como oteros, mira tranquilamente y observa el paisaje... la tarde ha sido cálida y muy buena, para estar en Noviembre, y hemos disfrutado en el recorrido y en las cuevas hasta que el sol se pone e iniciamos el regreso a casa. Confirmo nuevamente la excepcionalidad del sitio, la magia y lo especial de este santuario íbero a unos kms de Castellar.