¿Qué es lo que empuja a una persona a querer conocer más allá de lo familiar, a lanzarse al camino, a decirse a si misma que ha llegado el momento de partir hacia nuevos horizontes para comprobar qué es lo que hay ahí fuera?
¿Es su instinto natural o son las enseñanzas y educación que recibe?
La necesidad de viajar es tan antigua como la especie humana. Llevó a Marco Polo a iniciar su infatigable caminar hacia el Este, e inspiró a San Agustín a escribir: "El mundo es un libro y aquellos que no viajan sólo tienen la oportunidad de leer una de sus páginas".
La experiencia de viajar nos cambia, a veces muy superficialmente y en otras ocasiones de manera muy profunda. Como dice Paticia Schultz, una reportera de viajes norteamericana, en su libro "1.000 sitios que ver antes de morir": el viajar es un gran aula al aire libre.
Hay lugares que seguro nos cambiaran, de gran belleza e inspiración, donde el mar y la tierra se unen, donde historia, geografía y naturaleza se muestran con sus mejores galas para enseñarnos un sitio único: Baelo Claudia
El conjunto Arqueológico de Baelo Claudia se encuentra integrado en el Parque Natural del Estrecho de Gibraltar.
El paisaje es espectacular. En la ensenada de Bolonia, en su parte oeste, se asienta la ciudad romana de Baelo, las sierras de la Plata y San Bartolomé forman un arco que la dejan enmarcada entre montañas, de forma que fue el mar su mejor medio de comunicación.
Las excavaciones sacaron a la luz el conjunto urbano romano más completo de toda la Península, con monumentos de extraordinario interés como el foro, el teatro, el templo de Isis, el mercado y la factoría de salazón (donde se preparaba el famoso garum).