Eran los últimos días del huerto, quedaban algunas matas de berenjenas y otras tantas de pimientos, la cosecha había sido muy abundante, toda la familia había estado abastecida durante el verano. Y habíamos disfrutado de ese maravilloso pisto, de esas berenjenas con miel de caldera, de esos pimientos fritos de sabor exquisito, de ese gazpacho y ese salpicón tan ricos.
La verdad, es que es un auténtico lujo el comer lo que produce tu propia huerta. Los titos, Paco y Miguel, dedicaban su tiempo y sus energías a la huerta. Una pequeña parcela a las afueras del pueblo. Hablaban del próximo año, la tierra parecía agotada, había que dejarla descansar. Pensaron en sembrar habas (Vicia faba).
A mi la idea me resultó genial, de sabios hortelanos. No se trataba de un invento nuevo, ya se hacía hasta que llegaron los fertilizantes de síntesis (químicos). Las leguminosas, bueno las bacterias que se asocian a sus raíces, fijan el nitrógeno a la tierra, y es una forma excelente de enriquecerla. Les propuse que aparte de habas podíamos sembrar también gisantes (Pisum sativum) y tirabeques (Pisum arvensis).
Las bacterias simbióticas del género Rhizobium colonizan y forman nódulos en las raíces de las leguminosas obteniendo alimento de la planta y ésta a cambio, recibe compuestos nitrogenados en abundancia. Cuando la planta muere, el nitrógeno ayuda a fertilizar el suelo.
En eso consiste la simbiosis, una asociación en la que todos ganamos. Los titos saben mucho, siempre aprendo cantidad de cosas de ellos. Ellos dicen también aprender de mi, su sobrina bióloga, aunque creo que siempre les gano. Y saco mucho más de lo que ofrezco.
Ahora el tito Miguel, me ha propuesto hacerme cargo de sus colmenas, aprender el oficio de apicultora. El quiere retirarse habiendo dejado su legado bien trasmitido. Y ahí ando recibiendo mis primeras clases, tal como su maestro, el primo Blasito, se las dio a él.
El mundo de las abejas es tan increíble como apasionante, ...pero esa es otra historia!
Saludos simbióticos!