Desperté muy temprano, aún no eran las siete... para un sábado que no tengo que madrugar, pensé, en disfrutar plácidamente bajo el nórdico, mi fiel compañero. Hacia frío, el vaho de mi respiración lo delataba... y catapultada de la cama hacia la ventana por un resorte mágico, comprobé que ya estaba nevando tímidamente, pero con efectividad. Los tejados vecinos se mostraban blancos.
La Plaza del Olivo, mi plaza, mi brújula, mi campamento base: con sus cuatro piedras de molino, hacía los cuatro puntos cardinales, y restos del mecanismo de la molienda de las aceitunas engastado sobre el granito; con sus tres olivos productivos alrededor cubiertos de nieve y con el vuelo mojado; con sus bancos de piedra; con su marquesina de la parada de autobuses (hogar improvisado de los sin-techo); con su cabina de teléfonos, su buzón verde de alcance, su cartelería del ayuntamiento, sus farolas y sus señales de tráfico... es una plaza redonda. Para mi, será porque vivo aquí, este es el corazón del pueblo. Desde esta plaza puedes elegir siete caminos diferentes y radiales que parten desde ella, estamos a 750 m. de altitud, casi la cota máxima del pueblo, dejándonos caer a cualquier sitio.
El supermercado de Faustino Manjón, una clásico de la plaza, su mujer Carmen, de Olvera (Cádiz) que aún se pregunta como vino a parar aquí, y su hija Fátima te atenderán divinamente, Fausti ahora está con el camión y ya no despacha. La Farmacía de Francisco Bernal, ahora regentada por su hijo Ricardo. Las nuevas generaciones toman el relevo.
Las casas de los Villar-Sahuco y los Cátedra (una jóven arquitecto vive y trabaja en ella, Maria del Mar, esas son sus buhardillas), la Floristería de Canana, otro clásico del pueblo y de El Condado, el bar "la cuadra" ya cerrado desde que se jubiló Francisco Bustos, la peluquería y casa de Patricio Tavira, ahora atendida por su hija Juani y por su nieta.
Y como no, el pub y cafetería de José Carlos Hurtado, "lo de Mode", y la Clínica Dental de Félix, justo debajo de casa. Mi plaza, la Plaza del Olivo, mucho más que una dirección postal, una referencia en mi vida, llevo doce años y pico viviendo aquí, en este pueblo, que para no ser el mio, no va mal el experimento. Y es que desde esta plaza privilegiada organizo mis viajes, escapadas y excursiones... 360 grados para conectar con el mundo.